La casa de subastas Dorotheum de Viena fue fundada por el emperador José I en 1707, por lo que cuenta con más de 300 años de existencia. Se trata en la actualidad de la mayor casa de subastas en la Europa de habla alemana y una de las más antiguas del mundo. Cada año lleva a cabo más de 700 subastas y goza de una plantilla de cien expertos, estando presente en la actualidad en ocho de las principales ciudades europeas (ninguna en España).
En enero de 2018, la casa de subastas austriaca sacó en subasta online a la venta un interesante cuadro al óleo sobre lienzo, montado sobre cartón de 55,5 x 67,5 cm, con el número de lote Lot No. 195-035396/0010, y que se describía como “Meseta africana”.
Lo curioso y lo que motiva este apunte, es que el autor de la pintura fue Don Alfonso de Borbón y Austria-Este, el futuro rey Alfonso Carlos I de la dinastía carlista. Se trata así de la primera muestra que conocemos de la afición del último de los descendientes directos del rey Carlos V por la pintura, un aspecto de su personalidad de la que hasta ahora no teníamos noticias.
No es menos curiosa la información proporcionada por el experto Richard Krautgartner , de la casa Dorotheum, sobre el origen del cuadro, señalándose su procedencia de la casa de Borbón-Parma y del castillo de Puckheim, en cuya cripta reposan los restos de Don Alfonso Carlos.
El cuadro fue subastado por primera vez en la subasta de Pascua de Salzburgo el 27 de marzo de 2002, y fue el propio Carlos Hugo de Borbón, entonces Duque de Parma, quien certifico el 9 de noviembre de 2003 la autenticidad de la obra.
No es rara entre destacadas personalidades históricas la afición a la pintura. Podemos recordar los casos de Francisco Franco o Carrero Blanco, sin salir de España, o los conocidos de Hitler o de Winston Churchill, algunos de cuyos cuadros han alcanzado valores muy elevados en las casas de subastas. Si bien ninguno de ellos merecería pasar por su obra a la gran historia de la pintura, sus pinceles alcanzaron -al menos en los casos que hemos mencionado- notable oficio.
También el cuadro de Don Alfonso Carlos, cuya fotografía reproducimos aquí, resulta de aceptable calidad para quien, al fin y al cabo, no pasaba de ser un mero aficionado que pintaba como simple pasatiempo.
Resulta también destacable el motivo del cuadro, una escena del paisaje de la meseta africana, resultado, suponemos, de uno de los numerosos viajes que Don Alfonso Carlos y su esposa, que no tenían hijos, realizaron por todo el mundo. Viajes que están aún por historiar, a pesar de los numerosos cuadernos de viaje -generalmente redactados por María de las Nieves-, y de las numerosas fotografías que se conservan en el Archivo Histórico Nacional y en el de la Universidad Radboud de Nimega, a los que Don Carlos Hugo de Borbón-Parma y su hijo Don Carlos Javier donaron el archivo familiar.
Del interés que el conocimiento de estos cuadernos de viaje tendría -en una época en la que el turismo era una práctica muy minoritaria, es buena muestra el que se refiere al viaje que en 1868 el infante Don Alfonso realizó con su tío el Duque de Módena y un grupo de acompañantes al Cercano Oriente (Constantinopla, Egipto, Suez y Palestina), que en edición crítica y con estudio introductoria fue publicado por nuestro amigo el profesor José Ramón Urquijo y su compañera del C.S.I.C la profesora Cristina de la Puente.
La afición a Don Alfonso Carlos a la pintura era compartida por su esposa María de las Nieves, de la que la misma casa Dorotheum subastó en 2019 una serie de dibujos al pastel de lilas y rosas, realizados con exquisitez. La pintura, la música, las bellas artes en general, o incluso manualidades como el bordado, formaban parte de la educación y pasatiempo de los miembros de las familias reales y la alta aristocracia , especialmente de sus representantes femeninos.
También el propio Carlos VII, hermano de Don Alfonso Carlos, hacía sus pinitos con el lápiz, como muestra el dibujo que se conserva en el palacio de Froshdorf que recogió Iñigo Pérez de Rada en su formidable libro "Banderas de Loredán".
Una afición familiar y un talento artístico que tenía ya raíces en la archiduquesa María Beatriz de Este, madre de Carlos y Alfonso, y antes en la misma María Francisca de Braganza, primera esposa del rey Carlos V, e incluso en el propio Infante Carlos María Isidro, cuya afición a la pintura es bien conocida.
Don Alfonso Carlos está, como en el caso de otros monarcas carlistas, pendiente de esa gran biografía académica que nos permita un conocimiento más completo de su figura y sus circunstancias. El encuentro de este cuadro subastado, por el que conocemos ese aspecto de su faceta de pintor, es solo un detalle más de los muchos que quizás nos faltan por descubrir de su personalidad.
Lo más triste de esta historia, al menos para el que esto escribe y para el Museo Carlista del que es responsable, es que el cuadro pintado por Don Alfonso Carlos se vendió por 320 euros, el mismo precio inicial por el que salió a subasta, sin que nadie en España nos enteráramos.
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