El Museo del Prado posee un famoso cuadro, titulado “El pintor carlista y su familia”, obra de Valeriano Domínguez Bécquer. El artista lo realizó en 1859, cuando el famoso pintor -hermano del poeta Gustavo Adolfo Bécquer- pintaba en su Sevilla natal, antes de trasladarse a vivir a Madrid.
En el cuadro, un óleo sobre lienzo de 60x77 cm, aparece a la izquierda a la esposa tecleando descuidadamente el piano, mientras a la derecha las dos hijas rodean al padre que, en uniforme de campaña de coronel de E.M, pinta y muestra una escena bélica en la que se aprecia una figura a caballo. A su lado, la caja de pinturas y, a sus pies, sobre unos libros, la boina azul que lo identifica con los batallones carlistas del Ejército del Norte.
Aunque el cuadro se ha reproducido con profusión -el Museo Carlista de Madrid posee expuesta una copia sobre plancha de metal- , nunca ha podido conocerse con certeza quién es el pintor retratado. Un enigma sobre el que se han realizado muchas conjeturas y especulaciones.
“El pintor carlista y su familia”, de Valeriano Domínguez Bécquer. Museo del Prado.
Inicialmente se pensó que el retratado fuera Joaquín Domínguez Bécquer, tío y maestro de Valeriano, pero esta suposición se ha descartado por carecer de todo fundamento.
Otros autores, repasando la lista de pintores carlistas en activo en aquellas fechas, han especulado que pudiera tratarse de Luís López Piquer, el segundo de los hijos del gran Vicente López, pero tampoco esta posibilidad es sostenible.
En opinión de A. Gutiérrez, no cabe duda que el tema carlista interesaba a Bécquer, ya que años antes, en 1856, había pintado uno de los cuadros más emblemáticos del romanticismo, Un conspirador carlista.
“El conspirador carlista”, de Valeriano Domínguez Bécquer
Según el historiador Melchor Ferrer, Valeriano Domínguez Bécquer (1834-1870) estuvo muy relacionado con los carlistas, “cuyo ambiente respiraba con simpatía, y desconocemos si, como es probable, sintiera la causa carlista”[1].
No hay motivo documentado para afirmar que el pintor sevillano fuera carlista, pero lo que sí está claro es que los dos hermanos Bécquer -Valeriano y el poeta Gustavo Adolfo- eran profundamente católicos y muy tradicionalistas en ese aspecto.[2]
En nuestra opinión, y con ello lanzamos una nueva conjetura que habrá que confirmar a través de una investigación en mayor profundidad, el pintor retratado en el famoso lienzo puede ser el carlista Juan Montenegro Morentes.
Nuestra hipótesis se apoya en bastantes elementos -abierta militancia carlista, pertenencia al Ejército del Norte, graduación militar, relación familiar con Sevilla…-, aunque tropieza con la dificultad de que el cuadro de Domínguez Bécquer fuera pintado en 1859, cuando Montenegro tenía ya cerca de 68 años, una edad aparentemente algo superior a la que parece tener el pintor representado en el cuadro de Valeriano Bécquer. Esta objeción no es, sin embargo, definitiva, ya que conocemos que existió un dibujo preparatorio del cuadro realizado por Domínguez Bécquer con algunas variantes, conservado antiguamente en uno de los álbumes de la colección de Francisco Íñiguez Almech, hoy en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra, y cuya fecha pudo ser anterior al cuadro que comentamos.[3]
La posibilidad de que el retratado por Valeriano Domínguez Bécquer sea Juan Montenegro Morentes parece, por tanto, plausible, y con mayor base que la de que se tratara de alguno de los otros pintores carlistas o relacionados con el carlismo activos en la época: el mencionado Luís López Piquer, Juan Ángel Sáez, Antonio Tomasich, José María Rodríguez Losada, Manuel Ojeda, Antonio María Lecuona o León Abadías
Hipotético retrato de Juan Montenegro, pintado por Valeriano Domínguez Bécquer
Juan Montenegro Marentes nació en Alicante el 26 de noviembre de 1791, hijo de Antonio José Montenegro Márquez de la Plata y de Isabel Marentes. [4]
Antonio Montenegro, su padre, era sevillano de nacimiento y ascendencia familiar, y militar de profesión. Siguiendo los pasos de su padre, Juan Montenegro ingresó en el Colegio de Cadetes de Artillería en Segovia y en Madrid entre 1804 y 1809. Durante la Guerra de la Independencia alcanzó el grado de comandante.
Los hermanos Isidoro, Antonio y Juan Montenegro sirvieron en la Casa Real desde jóvenes. Isidoro, el mayor, ayuda de cámara y favorito del Rey, tenía la intendencia de los gastos del monarca como administrador de los reales palacios y tuvo mucho que ver con la creación del Museo del Prado por parte del rey, de cuya plena confianza disfrutaba. Es posible que usara esta confianza para beneficiar a sus hermanos, que también obtuvieron puestos en la Corte. Antonio llegaría a ser jefe de la Real Casa de Pajes. Juan, por su parte, formó parte del Cuarto del infante Francisco de Paula, aunque se vio afectado en ocasiones por las reducciones de gastos en Palacio, que le hicieron tener que elegir cobrar su sueldo de la Corte o el correspondiente a su condición militar.
Durante el Trienio Constitucional, Juan Montenegro luchó con los realistas y ascendió a teniente coronel. Fue licenciado del ejército y tuvo que emigrar a Francia en 1822 hasta abril de 1823, en que fue restituido y además nombrado profesor de la Escuela de Cadetes.
En paralelo a su carrera militar, el 12 de marzo de 1827 Juan Montenegro fue nombrado académico de honor de la de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, y poco después académico de mérito de la Sección de Pintura al presentar dos miniaturas grandes con las Santas Justa y Rufina, motivo por el cual regaló otra titulada Verdugo con la cabeza del Bautista. Esta obra se conserva en la colección de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Verdugo con la cabeza del Bautista, miniatura (15 x 11 cm) de Juan Montenegro. Aguada sobre marfil. Real Academia de Bellas Artes de San Fernando
Al plantearse el conflicto sucesorio a la muerte del rey Fernando VII, el mayor de los Montenegro, Isidoro, no quiso jurar a Isabel, y por esto se le separó del cargo en la Corte, se le quitó la llave y se le privó de su sueldo. Tampoco sus hermanos Joaquín y Juan quisieron aceptar el nuevo régimen liberal. Joaquín llegaría a jefe de la Artillería carlista. Juan Montenegro se alineó también sin dudar con los partidarios del Infante Don Carlos María Isidro, incorporándose al Ejército del Norte y ascendiendo a coronel. El 26 de octubre de 1836 se distinguió en el sitio de Bilbao, al mando de la columna de asalto que intentó entrar en la villa por la parte de Mallona y cuyos componentes murieron en el combate en su mayoría, resultando herido el propio brigadier Montenegro que los mandaba y que conquistó por su valerosa acción la Cruz laureada de San Fernando[5].
En 1839 ascendió a mariscal de campo y ocupó el puesto de la Secretaría de Estado y del Despacho de la Guerra de Don Carlos entre febrero y septiembre de ese año, sucediendo en el cargo al duque de Granada de Ega y al marqués de Valdespina.
Tras la derrota y final de la guerra pasó a Francia. Fue internado en el depósito de Vendôme, y se negó a acogerse a la amnistía ofrecida por Espartero[6], actuando después como consejero de Don Carlos y encargado especialmente de la educación e instrucción de su hijo mayor, Don Carlos Luis[7].
Tras producirse la abdicación de Carlos V en su hijo, se fugó de Bourges y acompañó a Londres al Conde de Montemolín -el Carlos VI de la dinastía carlista-, como gentilhombre y secretario, permaneciendo en el exilio hasta 1848.[8]
Juan de Montenegro y Marentes llegó en noviembre de 1846 a Londres. Durante su estancia en Inglaterra se convertiría en el brazo derecho del Conde de Montemolín, el cual sería continuamente agasajado por la aristocracia inglesa en los numerosos actos a los que asistió.
En enero de 1847 visitó varias veces el Museo Británico junto con el conde de Montemolín y asistió a una representación teatral en el Liceo londinense. En marzo acompañó al conde de Montemolín cuando visitó el palacio de Westminster junto al Marqués de Villafranca (duque de Medina Sidonia), el coronel Garcimartín y el caballero Mon. En mayo la comitiva se desplazó hasta el puerto de Gosport donde subieron a bordo de un velero comandado por los almirantes Lord Cochrane y Charles Ogle, y en julio asistieron al reparto de premios del Colegio de ingenieros. El mes de agosto siguiente recorrió Manchester y Liverpool junto a Montemolín, el infante don Juan y el coronel Francisco Merry con el objeto de visitar sus industrias.
Respecto a su producción artística en Inglaterra, en 1848 realizó un retrato en miniatura de la condesa de Montemolín, María Carolina de Borbón Dos-Sicilias, perteneciente a la colección del general Ezpeleta y que no hemos visto nunca reproducido[9].
Juan de Montenegro formó parte del Consejo Real de Carlos VI y en unión del resto de sus miembros firmó la carta de 30 de mayo de 1849 instando al conde de Montemolín a que pusiera fin a su relación con la señorita Adeline de Horsey que comprometía su calidad de Pretendiente al Trono. Montemolín desoyó las reconvenciones de sus consejeros, y llegó incluso a abdicar de sus derechos en su hermano Don Juan, pero más adelante se retractó al ser abandonado por su amada -cuyos amores eran claramente interesados- cuando ésta se enteró de su abdicación. El poco airoso incidente se zanjó con la marcha de Montemolín de Londres camino de Trieste el 4 de junio de 1849, y la paulatina disolución -en medio del desencanto y la tristeza- de la pequeña corte que le había servido lealmente en la capital inglesa. Un día después de la marcha de Montemolín, Juan de Montenegro emprendió camino a Paris y, aprovechando la amnistía de aquel año, se acogió a indulto regresando a España.[10]
El 4 de enero de 1850 el periódico carlista La Esperanza publicaba que Juan Montenegro había sido revalidado en el empleo de brigadier y en el uso de las condecoraciones, tras lo cual pasó a situación de cuartel[11] con la dotación máxima de 30.000 reales, como ministro que había sido de Carlos V[12], e inició trámite similar para su restitución al puesto de gentilhombre de cámara que había ocupado en la Corte. En su solicitud a Isabel II justificaba su trayectoria presentándose como mero servidor de la monarquía, sin mencionar las responsabilidades contraídas durante la guerra ni su papel como ministro de la Guerra de Don Carlos.
En 1846 y debido a la reforma de los Estatutos de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, quedó en calidad de académico supernumerario, lo que hizo posible que en 1859 fuese elegido académico de número adscrito a la Sección de Pintura.[13]
Conocemos muy poca información biográfica sobre las dos décadas que transcurrieron entre el regreso de Juan de Montenegro a España y su fallecimiento, y también sobre la obra pictórica que desarrolló en este período. Sabemos que vivió en Madrid, pero debió de mantener también contacto con Sevilla, lugar de procedencia familiar, como lo acreditaría el cuadro que se le atribuyó recientemente de la entrada de la catedral hispalense, y que hoy sabemos que no fue obra suya[14]. Además de pintar, escribió algunos artículos como especialista sobre temas de astronomía que fueron publicados en los periódicos carlistas La Esperanza[15] y El Pensamiento Español.[16]
Entrada de la catedral de Sevilla, erroneamente atribuido a Juan Montenegro Morentes. Colección particular
El 3 de noviembre de 1861 la Gaceta de Madrid publicaba la concesión de pensión en la placa de San Hermenegildo al brigadier D. Juan de Montenegro y Marentes por orden del secretario del Tribunal Supremo de Guerra y Marina, declarándosele antigüedad de 24 mayo de 1840.
En 1867, formó parte, en representación de la Sección de Pintura, de la Comisión creada por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando para ayudar al trasladó a España de los restos del pintor Francisco de Goya.[17]
Falleció en Madrid el 24 de marzo de 1869. En las Actas de la Academia se recuerda al artista con motivo de su muerte con estas palabras: “Era el Sr. Montenegro un distinguido aficionado que practicaba con especial primor el dibujo, la miniatura y la acuarela”.[18]
La figura de Juan de Montenegro merece el recuerdo de los carlistas. Valeriano Domínguez Bécquer puede haber contribuido a inmortalizar su figura si se confirmara que es la del valeroso brigadier carlista la que retrató en su famoso cuadro.
Para mayor información puede consultarse el libro "veinte pintores filocarlistas y un Apéndice", publicado por el Museo Carlista de Madrid, y del que es autor Javier Urcelay.
[1] Melchor Ferrer: Historia del Tradicionalismo español. Tomo XXII, p 106. Sevilla: Editorial Católica Española, 1941. [2] El procaz álbum de “Los borbones en pelota” que insistentemente se atribuye a los hermanos Bécquer no es más que una falsedad repetida y copiada de un lugar a otro sin fundamento alguno, pues se sabe que fue obra del republicano radical Francisco Ortego, como ha demostrado el investigador Joan Estruch Tobella en su obra “Bécquer. Vida y época”. Véase “El falso mito de los Bécquer contra los Borbones”, artículo publicado por Víctor Fernández en La Razón. www.larazon.es/cultura/20200924/7fgh17ovmnegpk4jks7eqlkfue.html [3] A. Gutierrez: El retrato español en el Prado: Op. cit. [4] La única biografía de Juan Montenegro que conocemos se debe a Esperanza Martínez y forma parte del Diccionario Biográfico Español de la Real Academia de la Historia: dbe.rah.es [5] Barón de Artagán: Carlistas de antaño. Barcelona: La Biblioteca de La Bandera Regional, 1910. [6] El Corresponsal (Madrid9, 6/2/1841, p. 4 [7] El Católico (Madrid), 24/5/1842. P.7 [8] Roldán, Enrique: Estado Mayor General carlista es las tres guerras del siglo XIX. Madrid: Editorial Actas, 1998. [9] Ezquerra del Bayo, Joaquín: Exposición de la miniatura retrato en España. Catálogo General. Sociedad Española de Amigos del Arte. Madrid, mayo-junio 1916. [10] Urcelay, Javier: El Diario de Marianne Richards. Aportes, Año XV, nº 42, 1/2000. [11] Estado Militar de España e Indias. Año de 1860. Madrid: Imprenta Nacional, 1860. [12] El Áncora (Barcelona), 5/4/1850, p. 10 [13] El Arte en España (Madrid, 1862), 1864, nº 3, p. 338. [14] “Entering the catedral de Santa María de la sede de Sevilla”. En es.artprice.com. Sin embargo, nuestro amigo Fernando González de la Peña nos ha hecho notar que este cuadro, que se vendió como de Juan Montenegro, sería en realidad de un pintor jerezano llamado José Montenegro Capell, aficionado a la bebida y que se prodigó pintando sobre tablas de cajas de botellas de vino, que se encuentran con mucha frecuencia por la zona. [15] La Esperanza (Madrid9, 13/10/1859 p.4 y 2/12/1859 p. 4 [16] El Pensamiento Español 5/7/1861, p.4 [17] Revista de Bellas Artes 7/4/87, nº 27, p.8 [18] Cfr. José Andrés Tabarnia en joseandrestabarnia.tumblr.com
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