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Museo Carlista de Madrid

El caballo del general Cabrera, a sorteo

Gracias a la generosidad de los descendientes del Conde de Morella, los fondos del Museo Carlista de Madrid se han visto enriquecidos con la incorporación de tres cartas autógrafas del general Ramón Cabrera, así como una curiosa papeleta de un sorteo de lotería llevado a cabo en Lyon en febrero de 1842 para ayuda a los refugiados españoles.


Papelete lotería pro exilados carlistas
Papeleta de la lotería a favor de los exilados carlistas. Museo Carlista de Madrid

Mientras que las tres cartas autógrafas de Cabrera, con el membrete de la Comandancia General de Aragón, Valencia y Murcia, y dos de ellas dirigidas al ingeniero militar alemán von Rahden, resultan de valor histórico indudable, es particularmente curiosa la papeleta del mencionado sorteo, pues se trata sin duda de un ejemplar singular.


Carta autógrafa del general Ramón Cabrera, Conde de Morella. Museo Carlista de Madrid

A mediados del mes de junio de 1841, Cabrera -custodiado por el gobierno galo desde que cruzó la frontera al final de la Primera Guerra Carlista- obtuvo permiso para trasladarse desde la localidad de Hyeres, en la Costa Azul, a Lyon. El gobierno español estaba interesado en que se alejase de la zona de la frontera a los refugiados carlistas, pues temía la reactivación de los rescoldos de la guerra civil.

Durante su residencia en Lyon y no sabiendo el período que habría de permanecer allí, Cabrera trató de proveer al mantenimiento de su familia, montando un pequeño almacén de vinos, chocolate y frutos de España en el número 3 de la calle de San José, con el dinero prestado por sus amigos legitimistas franceses. Al frente del comercio puso a Francisco Martínez, que había sido comisario de guerra en su ejército.

La situación de los exilados carlistas que no se habían acogido a indulto era de una grandísima penuria, viviendo muchas veces de las ínfimas ayudas prestadas por el gobierno francés para su supervivencia. Muchos de ellos acudían al que había sido su General tratando de encontrar en él amparo o ayuda, sin que faltaran tampoco las maledicencias y acusaciones fruto de las condiciones en las que vivían.

Queriendo ayudar a los refugiados españoles repartidos por los depósitos del Mediodía francés, Cabrera instruyó al encargado de su almacén para que aceptara en muchos casos fiar y en otros hacer descuentos a los exilados carlistas.

No era esta la única forma en la que el Conde de Morella trató de prestar amparo a los antiguos miembros de su ejército. Entre las iniciativas que tomó para ayudar a los refugiados carlistas catalanes, aragoneses y valencianos, que sobrevivían a duras penas, estuvo la realización de una lotería el 20 de febrero de 1842 en la que se sorteaban su propio caballo y carruaje. El dinero de las papeletas, vendidas por 5 francos y que contaban con la firma de Cabrera en garantía, se destinaba a la ayuda de los refugiados carlistas españoles.

Pero la necesidad era mucho mayor que la voluntad del derrotado caudillo tortosino. La práctica de los descuentos y mercancía fiada en su almacén cundió y el negocio tuvo que cerrar al cabo de un año, tras haber perdido una buena parte del dinero invertido.


La papeleta de aquel curioso sorteo del caballo y carruaje del general Cabrera, queda hoy en el Museo Carlista como homenaje a aquellos carlistas del Ejército del Maestrazgo, que sufrieron el hambre y el exilio antes que abdicar de la Causa que habían defendido con las armas.

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